Nada del arte le fue ajeno

Nada del arte le fue ajeno

Nada del arte le fue ajeno

Nelson Ramos
Exposición antológica

Museo Nacional de Artes Visuales


Despojado de ripios

Antes de escribir estas líneas, hojeo páginas de viejos catálogos atesorados y aquellas imágenes de estructuras abstractas creadas con papeles, obras tridimensionales con maderas, cometas, claraboyas, cajas que almacenan palitos, me devuelven a etapas vividas décadas atrás, a momentos de descubrimiento de un artista que revelaba un arte mayor. Hace 10 años, un 2 de febrero de 2006, el Uruguay recibía la triste noticia de la muerte de Nelson Ramos.

En estos tiempos, de esperanzas de vida extendidas, uno no puede dejar de pensar que con 73 años, un artista vital y creativo (y Ramos lo era a escala mayúscula) tiene todavía mucho para dar y aguarda, con expectativa, futuras obras que sigan consolidando un itinerario de búsquedas y respuestas significativas.

La obra de Ramos, en sus muy diversas etapas, impresiona siempre porque sus resonancias semánticas suelen ser logradas con materiales austeros y con una nota de sobriedad muy característica de sus diversos recursos expresivos. Como en aquella definición del cuento que formula Horacio Quiroga, “una novela despojada de ripios”, Nelson Ramos, orientado al hallazgo de la quintaesencia del arte, se va quedando, en forma deliberada, con una mínima paleta, en la que muy pocos (pero esenciales) colores sobreviven. Todo ripio ha desaparecido.

 

 

Fue un artista que transitó un iter creativo, que supo desplazarse desde la línea y el dibujo o desde un inicial abstraccionismo a una figuración en la que irrumpen formas más perturbadoras y amenazantes, para volver, más tarde, al lenguaje abstracto y al bricolaje. Ramos estaba en contacto con tendencias y los críticos han hallado en diversas etapas de su obra huellas del pop art, del minimalismo, del arte povera, entre otras.

Pero es muy claro que no cedía al oportunismo de la moda. La “ligereza”, que según Guilles Lipovetsky es la tendencia predominante de nuestra época, estaba en el polo opuesto de sus reflexiones y prácticas artísticas. Prueba de ello es que el dibujo es su centro justamente cuando las notas de época dominantes le habían relegado a los confines de un arte menor.

Es imposible soslayar su labor pedagógica, porque fue grande e importante la gravitación que tuvo en este plano. Abrió caminos y dejó huellas en muchas generaciones de artistas. Alicia Haber insistió en el “orden, espontaneidad y geometría” que conviven en su “voluntad constructiva”. Una lograda síntesis para caracterizar su obra. (...)

 

María Julia Muñoz
Ministra de Educación y Cultura

 


 

Nelson Ramos en el MNAV

Este ha sido un gran año para el Museo Nacional de Artes Visuales y no puede ser mejor la oportunidad para homenajear a uno de los artistas fundamentales del arte contemporáneo del Uruguay.

Nelson Ramos, el artista, nos permitió a través de su obra disfrutar de los inconmensurables valores de la línea como elemento expresivo sustancial en el plano y en el espacio, pasando de la abstracción a la figuración y reinventándose permanentemente durante su fructífera trayectoria.

Nelson Ramos, el fino observador de los profundos cambios sociales de nuestra región y del mundo, llevando a su obra sutiles reflexiones sobre los paradigmáticos cambios de finales del siglo XX y comienzo del siglo XXI.

 

 

Nelson Ramos el docente, recogiendo las mejores tradiciones de sus maestros en la Escuela Nacional de Bellas Artes, el encuentro con destacados docentes en el exterior y los aprendizajes de la vida, que supo transmitir sensiblemente a muchos de los artistas más destacados del Uruguay actual.

Representante de nuestro país en algunos de los principales centros de arte, bienales y colecciones privadas de la región y el mundo. Reconocido con el Premio Figari por su trayectoria artística, querido y admirado por amigos y alumnos.

Agradecemos enormemente a todos quienes hicieron posible esta muestra, tan esperada como merecida, de uno de los máximos referentes de nuestras artes visuales.

Sergio Mautone
Director Nacional de Cultura

 


Es un verdadero honor para el Museo Nacional de Artes Visuales MNAV presentar la exposición Nelson Ramos: nada del arte le fue ajeno, saldando una deuda con esta primera muestra antológica del artista en nuestra principal pinacoteca. Nelson Ramos es unánimemente reconocido por sus colegas como referencia ineludible, no solamente en el plano de la creación plástica, sino en su profundo compromiso con el arte. Haber compartido su vocación en el ejercicio de la docencia es una muestra más de su generosidad hacia los demás.

Nelson Ramos: nada del arte le fue ajeno nos permite asistir al trabajo de un artista mayor que dedicó toda su vida a la creación artística y cuya trayectoria fuera distinguida dentro de nuestro país y en el plano internacional. La curaduría de Ángel Kalenberg, compañero de ruta del artista prácticamente desde sus inicios, recorre sus diferentes series, a través de más de un centenar de obras, donde Ramos experimentó con varios lenguajes y diferentes formatos a través del dibujo, la pintura, el collage, objetos, esculturas e instalaciones.

 

 

Innovando y siendo pionero en un Uruguay que en los años 60 entraba de lleno en la modernidad y sus cambios de paradigma en el campo del arte.
El MNAV tiene entre sus cometidos fundacionales la difusión de nuestros creadores más destacados en la sociedad toda, no solamente en un pequeño círculo de iniciados, por lo que estamos convencidos de que la obra de Nelson Ramos es lo suficientemente poderosa a la hora de convocar a todos aquellos que entienden el arte como una experiencia transformadora, radicalmente transformadora.
A diez años del fallecimiento de Nelson Ramos, el Museo Nacional de Artes Visuales le rinde homenaje de la mejor forma posible, celebrando su arte.

Enrique Aguerre
Director del Museo Nacional de Artes Visuales

 

 

Nelson Ramos
Ángel Kalenberg

Acaso uno de los artistas fundamentales en el Uruguay de la segunda mitad del siglo pasado. Construyó una obra proteiforme, original y eminentemente provocativa, dueña de un lenguaje que subyace y dota de unidad a la variedad de su producción. Su obra se articula en torno a dos protagonistas: uno formal, experimentar el comportamiento de la línea; y otro temático, el abordaje plástico del tema de la muerte. En uno y otro aflora, inexorable, la voluntad de apostar a la investigación, de soportes y técnicas, de formas y materiales.

La obra de Ramos se despliega en varios estadios. Uno, el formidable dibujante, con reminiscencias de la escritura automática. Dos, cuando la versión argentina del pop art irrumpe entre los artistas uruguayos, Ramos se vuelca a la creación de instalaciones -inéditas hasta entonces en Uruguay- , algunas de las cuales se despliegan en el espacio con el manifiesto afán de perdurabilidad. Tres, la serie de pinturas blancas, emblemas de su iconoclasia, algunas de las cuales están divididas por una vertical pintada y otras están rasgadas, configurando una especie de pinturas heridas.

 

 

Cuatro, los Reversibles, cajas tridimensionales, compartimentadas, que arraigan en el constructivismo torresgarciano. Cinco, para la elaboración de sus Pandorgas, Claraboyas y Tarascas se vuelca al collage, recurriendo a materiales abandonados, frágiles, de vida efímera, a partir de los cuales logra consumar una sublime poética, en ocasiones evocativas de un Montevideo que fue. Seis, La Conquista y la voz de los vencidos, dos series de collages incomparables, que vehiculizan su reacción al 500º aniversario del Descubrimiento de América. Siete, Nuevas formas, nombre con el que bautizó una serie de esculturas planares, minimalistas, en las cuales rehabilita para el mundo del arte herramientas de uso cotidiano que habían perdido su utilidad. Ocho, con El dedo perpetra una de sus dos únicas esculturas en metal de gran formato.

 

De lo esencial a lo existencial,
de lo virtual a lo corpóreo

No hay hechos, hay interpretaciones.
Friedrich Nietzsche

 

 

Solo tenemos un recurso con la muerte:
hacer arte antes de que ella llegue.
René Char

 

 

La muerte es más fuerte que el pensamiento,
el pensamiento es más fuerte que la muerte.
Vladimir Jankelevitch

 


A comienzos de la década del sesenta, un Montevideo todavía somnoliento era despertado por un tiempo de irrupción cultural, política y social parricida en el que una generación de artistas plásticos jóvenes (promedio: veinticinco años) también incurría en “parricidio”, retomando el sendero que pocos años antes habían trazado los espacios ganados por el boom de la literatura latinoamericana. De cara a la historia de las artes plásticas del Uruguay esa generación se propone, o al menos se le puede atribuir tal intención, una ruptura total con las prácticas pictóricas del Taller Torres García, así como con las del Círculo de Bellas Artes.

 

 

Nelson Ramos, José Gamarra (de quien Ramos fue amigo y compinche) y Miguel Á. Battegazzore serán sus nombres más notorios. Los tres nacieron en el mismo año, los tres cursaron la Escuela Nacional de Bellas Artes ENBA en la que Battegazzore llegó a ser docente.

 

 

Los tres trabajaron el tema del signo que, con el paso del tiempo, evidenció ser una preocupación generacional: Ramos conforma un lenguaje hispano latinoamericano y despliega un abanico de signos organicistas, con resabios de las pictografías de las paredes de las cavernas, de la sierra de Capivara o de Chamangá, empero cuando quiere automatiza los códigos; Gamarra, por su parte, implanta signos impersonales, aunque parecen situados en la prehistoria; otro es el código de Battegazzore quien habrá de valerse del recurso platónico de los arquetipos hasta desembocar en la caída del mundo platónico en el mundo real.

 

 

Estos tres artistas alcanzan a inventar un alfabeto nuevo. Los tres también resignifican a sus predecesores, en un tiempo en que los nuevos medios iban haciendo caer las significaciones rígidas. La historia de cincuenta años de producción probará que el abismo entre los deseos y la realidad no fue totalmente salvado.

 

 

Textos del libro publicado para la muestra: Nelson Ramos, nada del arte le fue ajeno.

 

 

Nelson Ramos nació el 19 de diciembre de 1932 en Soriano, Uruguay. Parte de su infancia la pasó en Juan Lacaze, Colonia. En 1951 ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes.

 

 

En 1953 creó junto a Raúl Catellani, Glauco Teliz, Bolívar Gaudín, Yamandú Aldama, Silvestre Peciar y Pascual Gríppoli el
grupo La Cantera, cuyo nombre alude a las canteras del ferrocarril de Las Piedras.

 

En 1959 obtuvo una beca para formarse en Río de Janeiro con Iberé Camargo y el grabador Johnny Friedlaender, colaboró como ilustrador de diarios y publicaciones brasileños. En 1962 recorrió España, Francia e Italia gracias a una beca del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay. En 1996 el Banco Central del Uruguay lo distinguió con el Premio Figari por su destacada trayectoria y aporte al arte visual uruguayo. En 1995 recibió el premio Fraternidad, de la filial uruguaya de B'nai B'rith.

 

 

En setiembre de 2013, Iturria inauguró la Fundación que lleva su nombre con una exposición dedicada a Nelson Ramos. En el catálogo Iturria escribió un texto titulado Desde las entrañas, en un testimonio y un tributo al maestro y al amigo, y, al decir de Iturria, desde las entrañas del papel, del cual extraigo algunos párrafos: “ Cuando pude estrechar los lazos más cercanos, poder conversar y verlo fue cuando fui a la UTU. Yo hacía dibujo publicitario, pero los jueves Ramos daba clases de pintura en otra clase. Entonces me escapaba de mi clase y me metía en la suya, y él me recibía bien - siempre serio -. Era difícil; en aquel entonces no hablaba mucho, tampoco se reía nada (...) Y al final terminé la UTU de dibujo publicitario, ¡¡ solo porque tenía los jueves para ver a Ramos. (...)"

 

Ramos no utilizó los materiales clásicos, pincel, espátula o cincel, sino trichetas, tijeras, cintas de pegar, alambres y palitos. Trabajaba hasta los más pequeños detalles, con meticulosidad cariñosa, como si tuviera todo el tiempo del mundo.

 

Museo Nacional de Artes Visuales
Tomás Giribaldi 2283

esq. Julio Herrera y Reissig
Parque Rodó, Montevideo
23 noviembre 2016 - 12 de febrero 2017

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